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Teodoro, Mártir
Según Torres Fontes señala en el libro Ligeros Apuntes relativos a una antigua Imagen Virgen de la Arrixaca al describir el interior del Convento de los Agustinos, en el crucero derecho habían un gran altar constituido por una grada, dos columnas y sobre la grada existía un sarcófago de cristales que dentro de un armario con puertas contenía el cuerpo de San Teodoro Mártir regalado a la Comunidad de Agustinos y trasladados desde Roma en 1779.
La descripción de dicho evento se cuenta en el manuscrito de Rocamora de 9 de abril de 1779 que sobre la traslación del cuerpo de San Teodoro Mártir dice así:
“De Roma remitió Fray Francisco Gutiérrez el cuerpo de San Teodoro mártir, regalándolo a Fray Salvador García que nombró mayordomos a D. Baltasar Ramos y D Pedro Serrano, quien al morir Fray Salvador no quiso ser ya mayordomo quedando solo D. Baltasar. El santo cuerpo desembarcó en Cartagena y lo llevaron al convento de San Agustín de allí ínterin fueron por él su mayordomo, Fray Juan Ponce, prior del Convento y Fray Miguel García, lego, con otros seglares, saliendo de Cartagena con la urna en andas entre cuatro hombres el 9 de abril, viernes por la mañana y al siguiente sábado a las cuatroy media de la tarde entraron en Murcia y lo llevaron al convento de monjas de Santa Ana. El viernes 16, por Orden del Ilustrísimo Sr. Obispo lo visitó el Provisor por si venia conforme. El Domingo 25 a las 6 y media de la tarde los sacaron en procesión que fue al convento de San Agustín: en las dos bocas calles para entrar en la plazuela de Santa Ana en cada un pusieron cuatro soldados milicianos con bayoneta calada, no dejando entrar sino a militares, clérigos y frailes: fue tal confusión, que en toda la carrera no se cabía por las calles y plazas alrededor de las una iban ocho cabos con bayoneta calada y por delante y la espalda cuatro capitanes que fueron convidados para alumbrar y resguardar dicha urna que sino era imposible llegara sana en la puerta de San Agustín pusieron seis soldados a acaballo no dejando entrar más que a la gente de la procesión”.
Se trataba de un esqueleto revestido con pasta de cera para completar lo necesario a la figura en general, vestida de un traje romano como una cota; su posición casi yacente le deja apoyar la cabeza sobre el brazo y mano izquierda, y la derecha la extiende sobre el muslo; su cabeza se encontraba ceñida con una corona de flores y a sus pies había un casco de cartón, delante de la figura un espadín de los usados en el último tercio del Siglo XVIII.
Sabido es que el 2 de agosto del 1835, el Convento de San Agustín se intentó incendiar y que el 15 del mismo fue profanado, de esta manera fueron arrasados los altares, las imágenes y la decoración de Pablo Sístori. El templo quedó destinado a cuartel y posteriormente como almacén público de leña y carbón. ¿Fue ese el momento de la desaparición de los restos del mártir Teodoro?
Andrés Silvente González
1.- Javier Fuentes y Ponte “ligeros apuntes relativos a una imagen antigua de la Santísima Virgen” pag. 46 y pag. 87.
2.- Noticiario de Rocamora 1779 de 9 de abril.
En el Diario de Murcia del 4 de diciembre de 1887...
En el Diario de Murcia del 4 de diciembre de 1887 (número 3179), año IX desde la aparición de Diario, se publicó un dialogo (evidentemente inventado) con ocasión del Acto de Traslación de la Iglesia de San Andrés, en estado de deterioro, a la Iglesia de San Agustín. El Diálogo, lleno de una especial ironía, se escenificó de la siguiente manera:
San Agustín: ¿a qué vienes Andrés?
San Andrés: a quedarme Aquí.
San Agustín: pues y yo, ¿qué voy a ser desde ahora en adelante?
San Andrés: tú lo vas a ser todo. Yo soy el que no seré nada.
San Agustín: ¿cómo es eso?
San Andrés: mira, esta iglesia siempre será tuya, siempre dirá la gente voy a San Agustín; y a mí no me nombrarán para nada.
San Agustín: pues, hijo, eso tiene el colarse en casa de otro.
San Andrés: yo no me he colado, esque me han traído; yo hubiera querido mejor morir aplastado en la única casa que he conocido toda la vida, que no venir; ni por mejoría mi casa me dejaría.
San Agustín: Andrés, no digas eso: aquí estarás más ancho, aquí te verá la gente que nunca te ha visto. ¡Ya verás tú qué octavario hacen aquí; y qué señoras y qué señores que vienen! ¡Ya verás tú qué flores de mayo!
San Andrés: pero y mi amigo San roque, ¿dónde lo vamos a colocar? ¿Cabrá aquí el modesto gremio de los Alpargateros, con las muy Ilustres cofradías y asociaciones de la Virgen del Amor Hermoso y del Santísimo?
San Agustín: ¡Andrés, aquí cabe todo!
San Andrés: ¡Agustín, Agustín! Tú sabes mucho; pero mira que a mí me asparon una vez y no me fío de nadie.
San Agustín: no tengas cuidado, Andrés, en entendiéndose tu sacristán y el mío. La paz del Señor será con nosotros.
San Andrés: pues mira, compañero, ya que te preparas a tenerme en tu casa de pupilo y me franqueas toda la casa, yo no te daré que sentir; y eso de los sacristanes, que uno de los dos tiene que sucumbir, el tuyo o el mío, que los arregle Nuestra Señora de la Arrixaca, porque si ella no puede, Dios no lo arregla.
Fuente: Diario de Murcia 4 de diciembre de 1887.
Andrés Silvente González