Parroquia de San Andrés y Santa María de la Arrixaca en Murcia

San Agustín: ¿a qué vienes Andrés?
San Andrés: a quedarme Aquí.
San Agustín: pues y yo, ¿qué voy a ser desde ahora en adelante?
San Andrés: tú lo vas a ser todo. Yo soy el que no seré nada.
San Agustín: ¿cómo es eso?
San Andrés: mira, esta iglesia siempre será tuya, siempre dirá la gente voy a San Agustín; y a mí no me nombrarán para nada.
San Agustín: pues, hijo, eso tiene el colarse en casa de otro.
San Andrés: yo no me he colado, esque me han traído; yo hubiera querido mejor morir aplastado en la única casa que he conocido toda la vida, que no venir; ni por mejoría mi casa me dejaría.
San Agustín: Andrés, no digas eso: aquí estarás más ancho, aquí te verá la gente que nunca te ha visto. ¡Ya verás tú qué octavario hacen aquí; y qué señoras y qué señores que vienen! ¡Ya verás tú qué flores de mayo!
San Andrés: pero y mi amigo San roque, ¿dónde lo vamos a colocar? ¿Cabrá aquí el modesto gremio de los Alpargateros, con las muy Ilustres cofradías y asociaciones de la Virgen del Amor Hermoso y del Santísimo?
San Agustín: ¡Andrés, aquí cabe todo!
San Andrés: ¡Agustín, Agustín! Tú sabes mucho; pero mira que a mí me asparon una vez y no me fío de nadie.
San Agustín: no tengas cuidado, Andrés, en entendiéndose tu sacristán y el mío. La paz del Señor será con nosotros.
San Andrés: pues mira, compañero, ya que te preparas a tenerme en tu casa de pupilo y me franqueas toda la casa, yo no te daré que sentir; y eso de los sacristanes, que uno de los dos tiene que sucumbir, el tuyo o el mío, que los arregle Nuestra Señora de la Arrixaca, porque si ella no puede, Dios no lo arregla.

Fuente: Diario de Murcia 4 de diciembre de 1887.

Andrés Silvente González